Infancia en peligro: Trabajo infantil en México

El trabajo infantil es una realidad en México, que requiere atención urgente y acciones efectivas para proteger los derechos y el bienestar de los niños. En este espacio te compartiremos los factores causantes y la situación actual de México.

México ¿Qué tanto se encuentra involucrado en el trabajo infantil?


Según el INGI: “Se considera trabajo infantil cuando niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años participan en una o más formas de trabajo no permitidas. Se clasifica como ocupación no permitida a la que realizan personas de este grupo de edad en la producción de bienes y servicios destinados al mercado”. En México durante el 2022, 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años realizaban trabajo infantil, lo que representó una tasa de 13.1 %. Esta cifra fue 1.7 puntos porcentuales más que en 2019. En este resultado se destacó que los niños, niñas y adolescentes trabajaron en actividades económicas no permitidas en horarios prolongados, expuestos a riesgos y en condiciones no adecuadas. Los estados con mayor taza de trabajo infantil son Guerrero, Chiapas, Nayarit y Oaxaca.

Causas

El trabajo infantil en México tiene diversas causas complejas y entrelazadas que han contribuido a persistir a lo largo de los años como:

  • Pobreza y desigualdad económica
  • La falta de acceso a una educación de calidad, así como la baja cobertura educativa en áreas rurales y marginadas, esto obliga a muchos niños a abandonar la escuela.
  • Las normas culturales y tradicionales arraigadas que valoran la contribución económica de los niños al hogar desde temprana edad.
  • A pesar de que existen leyes en México que prohíben el trabajo infantil, la falta de cumplimiento efectivo de medidas de control adecuadas permite que esta práctica continúe en sectores informales y vulnerables.
  • Factores como la migración, el desplazamiento forzado y los desastres naturales pueden exacerbar la vulnerabilidad de los niños y aumentar su riesgo de ser explotados.

Consecuencias

Existen consecuencias negativas en estas prácticas, principalmente el gran impacto que causan en la salud física y mental de los niños teniendo como resultados el estrés emocional, enfermedades o lesiones. La interrupción de la educación que lo deja sin herramientas para progresar en el futuro, manteniendo un ciclo de pobreza. Además, propicia a un desarrollo deficiente, ya que, pierden la oportunidad de jugar, socializar y desarrollarse adecuadamente en términos emocionales, cognitivos y sociales. Los niños que trabajan son vulnerables a la explotación laboral, incluyendo largas jornadas de trabajo, bajos salarios, condiciones de trabajo inseguras y abuso físico, verbal o sexual.

¿Qué podemos hacer como comunidad?
 
Como primer paso es crucial concientizar a nuestra comunidad de los efectos negativos del trabajo infantil y de los beneficios de la educación, así como mantener la motivación en los estudiantes sobre la importancia de prepararse para el futuro. Apoyar y promover programas que mejoren el acceso y la calidad de la educación para todos los niños, especialmente en áreas rurales y marginadas. Establecer mecanismos efectivos para monitorear y denunciar casos de trabajo infantil y para finalizar garantizar servicios de protección y rehabilitación adecuados para los pequeños que han sido víctimas de trabajo infantil, incluyendo acceso a atención médica, educación y apoyo psicológico.